Hablando con los indultados
Fernando Ravsberg
A diferencia de algunos de sus
colegas acreditados en la Isla -que prefirieron ir a hablar con los
voceros de EE.UU.- , el corresponsal de la BBC en Cuba recogió en la
calle el testimonio de personas beneficiadas por el indulto de casi tres
mil reclusos anunciado el pasado viernes por el gobierno cubano.
Localizarlos no fue difícil, casi en cada
barrio popular hay presos liberados y basta preguntar para que
cualquier vecino nos indique donde viven. En sus hogares reina la fiesta y todos se muestran dispuestos a hablar con nosotros sobre este “regalo de Navidad”.
“Después de que el Comandante habló nos
reunieron en un establecimiento donde el General de Cárceles y Priones
nos dijo ‘ustedes van a irse para la calle sin deberle nada a la
justicia’”, nos explica Lázaro Crespo, quien con sólo 36 años de edad
llevaba 19 en prisión.
Recuerda que les dijeron que “si hoy nos
íbamos para la calle era porque nosotros nos merecíamos estar integrados
en la sociedad” y agrega que “en ese momento sentí una tremenda alegría
pero tuve que controlarme para que no me diera un infarto”.
“Esto está muy bien hecho porque alegra
los corazones de un montón de madres y de familias que hacía mucho
tiempo no podíamos estar juntos”, dice Crespo y agrega que espera que se
haga cada año como prometió el presidente Raúl Castro en su discurso.
La reinserción
Lázaro recuerda que ha “estado en muchas
prisiones, incluso en el Combinado y los dos últimos años en un
campamento donde nos estabamos preparando, estudiando y aprendiendo
oficios. Ahora sólo me queda integrarme a la sociedad y tratar de nunca
más tirar para atrás”.
Nos explica que existen en las prisiones
cubanas diferentes cursos de formación profesional y que la
participación en ellos es considerada por las autoridades como puntos a
favor del recluso pues aumenta sus posibilidades de reinserción social.
Agustín Valdés se enteró el mismo día 25,
apenas unas horas antes de ser indultado. “Estaba en un campamento y
nos dijeron que debíamos ir para otro porque nos iban a liberar. Sentí
una alegría inmensa, llevaba 26 años preso y me quedaban todavía 21 años
más de condena”.
“No solo puedo sino que tengo que
integrarme a la sociedad porque tengo a mis hijos y a mi familia por lo
que le doy gracias a Dios”, explica Agustín y nos informa orgulloso: “No
empiezo de cero, en la prisión me hice electricista de mantenimiento
clase A”.
Agustín pasea por la calle con su pequeño
hijo que no se separa de él y tras cada frase agradece a Dios.
Verdaderamente es un milagro pero también es obra de las iglesias
cubanas que solicitaron este gesto de clemencia al presidente Castro.
Y no será el último, según explicó el
mandatario cubano en su discurso en el Parlamento, cada año se
realizaran excarcelaciones, incluso mayores que ésta, tras analizar “su
comportamiento, las características de los hechos cometidos y las
condiciones familiares y de salud”.
Fuente : La Pupila insomne
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